lunes, 15 de marzo de 2010

CASTLEVANIA: SYMPHONY OF THE NIGHT


Coincidiendo con el décimo aniversario de la mítica saga vampírica de Konami, la prestigiosa compañía desarrolladora consiguió superarse a si misma con un título que supuso la culminación de la franquicia.
Cuatro largos años pasaron desde que el legendario matavampiros Richter Belmont saliera victorioso de su épico enfrentamiento contra el despiadado Vlad Tepes.
Sin embargo, en una funesta y lúgubre noche iluminada tan solo por una pálida luna y el débil tintineo de las estrellas su figura se perdió en lo inmenso de la oscuridad, dejando tan solo incógnitas a su paso.
Mientras tanto, la joven María Renard decidió salir presta en su búsqueda, y fue entonces cuando las fuerzas del destino tomaron parte en esta contienda materializando el castillo maldito de Castlevania, la morada del Conde Drácula, amo y señor de las criaturas de la noche.
Como respuesta a una maldad que amenazaba con consumir su tierra y a sus lozanas gentes, y en vista de que no existía poder alguno que pueda oponerle resistencia, Alucard despertó de su eterno letargo dispuesto a presentar batalla y frenar de una vez por todas las ambiciones de su malvado padre, con quien ya se enfrentó en el largamente recordado Castlevania III: Dracula's Curse de NES.
Bajo esta premisa se desarrollan los acontecimientos que tienen lugar en el sobresaliente Castlevania: Symphony of the Night, que en su versión japonesa, conocida como Dracula X: Nocturne in the Moonlight, vino acompañado de un manga dibujado por la inigualable Ayami Kojima con el añadido de un majestuoso compacto que recopilaba algunas de las distinguidas composiciones musicales que adornaron a las entregas más prestigiosas de la longeva serie.
Centrándonos en las virtudes del título que fue posible disfrutar en el resto del mundo, más allá de la posible estrategia comercial que pudiera desarrollar Konami en su país de origen, este Castlevania supuso una nueva vuelta de tuerca a la galardonada franquicia, suprimiendo desde el inicio el desarrollo lineal que había caracterizado al resto de entregas disponibles.
De este modo se le otorga al jugador una relativa libertad para explorar el extenso mapeado que tendrá en el castillo de Drácula su nexo común, dando lugar a un desarrollo que ha sido bautizado como “metroidvania”.
Y así será posible acceder a las distintas zonas en función de los poderes que haya adquirido el jugador en su particular periplo a través de un reino de pesadillas, en el que el umbral que separa la vida del tormento eterno se torna muy fino conforme el usuario va descubriendo y ampliando su horizonte.
No faltarán los elementos más típicos de todo buen RPG que se precie, haciendo posible que Alucard e incluso sus vasallos suban incesantemente de nivel, mejorando por tanto su condición física, además de incrementar de forma exponencial su repertorio de habilidades, en parte posibles gracias al uso de una elevada cantidad de items y toda suerte de armas de lo más variopinto, 57 en total, ya sean ofensivas o bien defensivas, y todo ello sin olvidar el importante componente plataformero que ha sido denominador común en la serie desde sus inicios.
No en vano, el título que nos ocupa supuso la incursión de la franquicia en la etapa de 32 bits, aportando consigo una potencia que lo distanciaba significativamente del resto de entregas comercializadas, con un hermoso apartado gráfico de corte barroco muy detallista, luciendo unas animaciones dibujadas a mano de excelente factura técnica.
Otro de los apartados que se han resuelto con maestría es el que atañe al musical, con unas melodías que rozan la excelencia en todo momento sin que decaiga el ritmo o el compás siquiera por un instante, y que con probabilidad competirán en protagonismo con el resto de elementos visibles en pantalla.
Basta con prestar un ápice de atención al tema final cantado, I am the wind, para darse cuenta de que efectivamente nos encontramos ante un título muy especial.
En cuanto a las dimensiones que atesora el terrorífico castillo, las cifran ya dan una buena muestra de la magnitud de la aventura, pues os aguardan nada menos que 13 zonas que dan forma a más de 1.880 habitaciones en las que a su vez os encontraréis con un total de 146 enemigos diferentes a batir, siendo 20 de ellos final bosses en toda regla.
A estos y otros elementos es preciso sumarle 4 finales distintos que será menester descubrir, esos toques de aventura épica a los que tan bien acostumbrados nos tiene Konami, efectos de última generación (por aquel entonces) que siempre han diferenciado a la compañía del resto, donde las transparencias y los efectos de luz destacan con holgura, y una jugabilidad exquisita.
Y es que todas estas y otras muchas virtudes lo avalan como uno de los mejores títulos disponibles para las plataformas de 32 bits, lo que no es decir poco precisamente, más aun si nos referimos a la versión de Saturn que fue comercializada un año más tarde con motivo del acuerdo entre la empresa desarrolladora y Sony, que añadía nuevos efectos, zonas, y personajes, con el inconveniente de que se encuentra de forma íntegra en el idioma japonés.
Si os habéis atrevido finalmente a cruzar el umbral que linda con las fronteras de los peores temores imaginables, estáis de enhorabuena, pues tenéis ante vosotros una de las aventuras más completas y recomendables que se han gestado hasta nuestros días, donde la muerte no es siempre el peor de los finales.
Bienvenidos a la morada del horror.
Bienvenidos todos una vez más a Castlevania.

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