Cuando metes el cacho de cartucho en la consola y luego ves la cabeza de Mario piensas que es un buen juego y tal pero al empezar a jugar te encuentras con un juego con aparentes buenos gráficos pero que se ve muy infantil.
Este Mario puede hacer muchos movimientos realizando combinaciones aunque el mando no sea muy bueno y controlable.
El mundo es ahora en 3D y puedes interactuar con gran parte del escenario, entras en el castillo y allí hay muchas puertas y te metes en las que no indique nada mientras que en otras necesitará estrellas o llaves para abrirlas.
Entras en las puertas para conseguir estrellas o llaves y luego acceder a otros niveles y así va el juego.
Los niveles son variados como lugares de hielo y de fuego.
En el juego no hay muchos enemigos pero sí hay trampas sobradas.
Los gráficos son buenos hasta que en las pantallas llegas a ver como se generan los polígonos a tu vista llamado popping.
El sonido es bueno, muy bueno y la música es pegadiza y encaja con el juego muy bien, las melodías como la de la carrera del pingüino por ejemplo están muy bien.
Irvine vuelve a sorprendernos con otro de sus artículos.
Me alegra que la gente aporte su visión crítica, y es un placer debatir sobre juegos consagrados del calibre de Mario 64 y ponerlos en entredicho.
Sin embargo, he de decir que no comparto tu opinión.
El juego supuso todo un hito, revolucionó el panorama de los videojuegos, y dictó las normas a seguir desde entonces.
No en vano, durante muchos meses que precedieron a su lanzamiento, acaparó las mejores portadas de revistas e incluso vídeos, dejando a todo el mundo sin habla.
De hecho, pocos títulos de plataformas pueden plantarle cara en PlayStation, Saturn, o en la propia Nintendo 64.
Y por supuesto, ninguna de sus continuaciones ha conseguido estar a la altura de este.
La música, además, pese a lo resultona que podía sonar, era el apartado más flojo, incapaz de competir con las bondades del CD.
En cualquier caso, me ha gustado una visión crítica sobre un juego que es considerado como un intocable, y uno de los pilares sobre los que se sustenta la empresa nipona que lo diseñó.
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